141. EN FAMILIA
[SOFÍA]
Nunca imaginé que volvería a pisar esta ciudad. Mucho menos así. Mucho menos con un bebé en mis brazos y el corazón latiendo tan fuerte que parece un motor encendido.
El sol ya se escondió y desde el balcón de este departamento el mar parece un espejo negro lleno de luces doradas. Las calles están tranquilas, el aire es suave. Y dentro de estas paredes nuevas todavía flota ese olor a hogar recién inaugurado: mezcla de madera, limpieza y algo que reconozco como Francesco.
Tiziano duerme en su cuna nueva, abrazado a un pequeño peluche beige. Cada vez que lo veo allí, tan pequeño en un lugar tan grande, siento un nudo en la garganta. Él no sabe que su mundo cambió hoy. Pero el mío… el mío cambió por completo.
Francesco está apoyado en el marco de la puerta, sin decir nada, mirándonos. Tiene las manos en los bolsillos, el cabello algo revuelto por el viento y esa mirada… esa mirada que siempre me derritió.
—¿Está cómodo? —pregunta en voz baja, como si temiera despertar al bebé.
—C