102. ADRENALINA
[SOFÍA]
Al dia siguiente: 4 de diciembre
El sol comienza a entrar por las ventanas de la villa, dorando los muebles y los muros de piedra. Estoy bajo la ducha, dejando que el agua caliente caiga sobre mi piel, mientras intento ordenar los pensamientos que me dejó la noche anterior: la boda secreta, el compromiso, la risa y los besos, y esa sensación de que todo empieza a moverse más rápido que nosotros.
De repente, siento un roce familiar detrás de mí, y un escalofrío me recorre la espalda. Su voz, baja y ronca, rompe el vapor de la ducha.
—Buenos días… hermosa —susurra Francesco, abrazándome desde atrás.
Mi corazón se dispara y un cosquilleo recorre mi cuerpo. Giro apenas la cabeza para mirarlo y lo veo empapado, sus ojos brillando con ese fuego que siempre me vuelve loca y su cuerpo reaccionando a mi desnudes.
—¿Qué hacés? —susurro, medio divertida, medio nerviosa.
—Pensé que podíamos empezar el día de manera más interesante —responde, presionando su cuerpo contra el mío—. Además,