10. LO DIJO EL SILENCIO
[SOFÍA]
El aire afuera es más fresco, pero no lo suficiente como para calmar el incendio que me recorre el cuerpo. Caminamos rápido, casi huyendo, aunque no sé si de los demás... o de lo que acabamos de hacer.
Francesco no dice una palabra. Lo veo de reojo, con la mandíbula apretada y la mirada fija hacia adelante, como si la noche pudiera tragarse la culpa que le arde en los ojos. O el deseo que aún no se apaga del todo.
Me abrazo a mí misma, como si pudiera contener los latidos desordenados de mi pecho. No fue un error. No para mí.
Pero él no me ha mirado desde que salimos de esa habitación.
Lo que pasó allá adentro cambió algo. Lo siento en mi piel, en mis labios, en la forma en que mi nombre sonó en su boca mientras sus manos me buscaban como si no pudiera resistirse. Pero ahora... hay distancia.
Y me doy cuenta de algo aún más aterrador: no sé si esta noche fue el principio de algo que siempre estuvo ahí... o el principio del final.
Conduzco en silencio, deseando que el motor tap