Volvimos a casa, el celular de Nikolaus sigue sonando y su cuerpo se pone tenso cada que lo hace, intenté hablar, pero hacerlo no estaba dentro de mis posibilidades.
—¿Cuándo viajaremos? —pregunté ansiosa.
—Si quieres, mañana mismo. —mencionó el hombre—. He estado alejado estos días porque me he asegurado de que todo siga marchando bien cuando estemos fuera del país. —indicó—. Keleer traerá los documentos de la empresa de tu abuelo para que estés al tanto.
—Gracias, Nikolaus. —respondí y él pareció relajarse—. ¿Por qué no quieres contestarle la llamada a tu mamá? —pregunté.
—Es complicado, salí del país porque ellos esperan que me case y formar una alianza estratégica con la familia de esa mujer. —mencionó y mi boca se abri&oac