Días después.
Ayer pasamos el día juntos, solo Nikolaus, Niklaus y yo. Sé que no nos veremos en un par de semanas y qué mejor regalo que entregarnos tiempo en familia antes de mi partida.
Ahora vamos de camino al aeropuerto. Me acompaña la nana y también Sophie; necesito ayuda con mi hijo, porque entre tantas reuniones y compromisos no podría estar siempre atenta a Niklaus. Sin Nikolaus a mi lado, todo se complica.
—Cualquier problema que tengas, no dudes en llamarme, Eva —dice Nikolaus con voz grave, observándome a través del espejo retrovisor.
—Quédate tranquilo, amor —respondo mientras coloco un juguete en las manos de Niklaus, que sonríe distraído—. Volveremos pronto.
—Lo sé… —gruñe—. Solo espero que los días pasen rápido.
No es fácil. Y menos aun cuando recuerdo todo lo que vivimos con el nacimiento de nuestro hijo. Sé que no se siente cómodo con la idea de verme detrás de un volante, y lo entiendo: en Alemania nunca lo ha considerado necesario.
Días atrás pensaba que despedirme