Consciente de que si quería entender qué pasaba exactamente por la cabeza de aquel hombre y por qué había estado dispuesto a crear una mentira tan grande para deshacerse de su prometida, a Rachel no le quedó más remedio que aceptar acompañarlo a almorzar.
Cuando llegaron a «La Corona Whitmore», Rachel sintió un vuelco en el estómago. En otras circunstancias se hubiese emocionado de acudir a aquel restaurante, que, no solo era uno de los más lujosos del país, sino que era propiedad de su mejor amiga y de su esposo.
Mientras ambos comían en silencio, Rachel observó a Logan en silencio, intentando encontrar algún indicio de lo que quería hablar con ella, pero todo lo que encontró fue la gélida indiferencia que lo caracterizaba y que tanto la desconcertaba.
—Verá, señor James… En cuanto a lo que pasó esta mañana —comenzó a decir, rompiendo el silencio.
—Murray, no te traje aquí para hablar de eso… —la interrumpió Logan, dejando los cubiertos sobre el plato, antes de tomar la servilleta de