Unos labios aguardando

—No, eso no existe. —replicó— Además él, está casado.

En ese momento, se escucharon algunos pisadas fuertes. Tatiana se levantó de prisa, arregló la falda de su uniforme y tomó la bandeja en sus manos manteniéndose con la espalda recta y la cabeza erguida frente a Jazmín.

—Gracias —dijo Jazmín.

Cuando la morena se giró para retirarse, Ethan entró a la habitación.

—Vine a traer un poco de café a la niñera. Pero ya me retiro.

Él frunció el ceño queriendo parecer enojado, mas, por dentro agradecía el gesto de la empleada con su amiga.

—¡No es necesario! Sólo venía a decirle a la niñera que puede ir a descansar un poco. No tengo sueño y prefiero quedarme con mi hijo. —dijo volviendo el rostro hacia ella— Vaya y descanse, Jazmín.

La pelicastaña asintió y salió de la habitación.

—Tráigame una taza de café, Tatiana.

—Enseguida se la traigo, señor.

Una vez solo, en la recámara se recriminó por aquel comportamiento inusual. ¿Por qué había usado una excusa como esa? ¿Para qué
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