Ethan escuchó los pasos y las ruedas de la maleta siendo arrastrada sobre el piso de parquet. Exhaló un suspiro de alivio. Finalmente se había librado de la presencia de aquella –aunque hermosa mujer– que tanto le generaba desconfianza. En su interior no estaba equivocado.
Ahora debía resolver lo otro, conseguir una nueva niñera para el pequeño Oliver.
¿Y si…? ¿Si Jazmín aceptaba cuidar de su bebé? Pensó de repente. Sin embargo, recordó que la propuesta para trabajar en su casa, era en las funciones que realizaba Tatiana y no como niñera. Aunque ella, también le había sugerido la posibilidad de ocupar el cargo de babysitter ya que tenía conocimientos de psicología.
A pesar de ello, él mismo desestimó aquella remota posibilidad. Así como le había ocultado que sabía quién era él, podía fácilmente mentir deciendo que era psicóloga.
La mañana siguiente, Ethan despertó sobresaltado, al oír el llanto de su hijo. Abrió los ojos, sintiendo el sabor amargo en su boca y la resaca por la