—Mira mamá, mi amigo Ethan me prestó su trencito ¡chu, chuuuu!
Alicia sonrió y sus ojos se hicieron cristalinos. Jake desde muy chico, siempre había deseado tener un tren para jugar, pero ella no había podido complacerlo. Un juguete como ese era algo costoso para ella, que apenas dependía de una pensión y de la ayuda que Jane le ofrecía mensualmente.
—Que bueno, mi amor. —dijo acariciando su mejilla con sus dedos— Pero recuerda que debes cuidarlo. Es prestado ¿sabes?
—Sí, yo lo cuidaré. —dijo y se sentó en la alfombra con el tren.
Alicia sonrió y se acercó a Ethan. Le tendió con cuidado al bebé.
—Ya está dormido, —Le dijo en voz baja.
Ethan extendió los brazos y recibió a Oliver con delicadeza. Jake se giró al escuchar los murmullos. Se puso de pie, acercándose con timidez.
—¿Puedo verlo? —murmuró, mirando a Ethan.
Ethan se agachó un poco, arrodillándose para quedar a su altura.
—No podemos cargarlo los dos al mismo tiempo, Jake. Pero sí puedes verlo de cerca. ¿Quieres?
J