Una historia de novela...
La tarde comenzó a caer sobre la mansión, y en la habitación del ala izquierda, Jazmín se miraba al espejo mientras Tatiana se encargaba de aplicar el delineador con precisión.
—Debes verte hermosa, radiante —susurró la morena con una sonrisa cómplice—. Debes recordarle que no eres cualquier mujer, sino con una única.
Jazmín bajó la mirada y esbozó una sonrisa leve. Aquel momento sería perfecto para vengarse de él.
—¿Crees que en verdad piense que soy única? —preguntó con inseguridad.
—Claro que lo eres tonta. Eres hermosa y maravillosa. Además lo volverás loco cuando te vea—respondió su amiga—. Lo vas a dejar sin aliento.
La pelicastaña dejó escapar una risa suave, pero en su pecho ardía un fuego nuevo. Estaba herida, pero también decidida a hacerle pagar por su error.
Cuando se puso de pie y Tatiana le entregó el vestido, Jazmín lo sostuvo entre sus manos y comenzó a vestirse.
—¿Me ayudas? —cuestionó.
La morena se acercó y subió delicadamente el cierre.
—Wow, te vez