Stella, desde el otro extremo del salón, alzó una ceja al ver a su hijo llegar con una mujer tan joven, tan hermosa. La expresión en su rostro se endureció.
Mas, no era la única que miraba con sorpresa la llegada de Ethan. A un costado del salón, Mateo Lombardi levantó su copa al ver a la pareja ingresar. Entrecerró los ojos, observando con curiosidad e interés a la hermosa mujer que acompañaba a su socio. Le resultaba alarmantemente familiar.
Ethan lo notó y se acercó hacia él para saludarlo.
—Mateo, te presento a Jazmín, mi prometida.
Mateo frunció el entrecejo de inmediato, perplejo.
—¿Jazmín?
Ella sonrió con dulzura, al ver que era él.
—Ya nos conocemos. —dijo sonriendo.
Ethan giró la cabeza hacia su socio, desconcertado.
—¿Qué está diciendo?
Mateo bajó la mirada y murmuró:
—Sí, así es. Ella es Jazmín… la chica de la que te hablé en el Club.
Ethan frunció el entrecejo, tenía la mandíbula tensa y el rostro contraído. Sintió como el calor subía por su pecho hasta