Sospechas y más sospechas.
Jazmín entró al consultorio un poco preocupada. Ethan no sólo no había recibido sus llamadas sino que tampoco había visto sus mensajes.
¿Dónde podía estar? Mateo le había dicho que estaba fuera de la empresa ¿A dónde había ido sino era para alcanzarla en el consultorio del pediatra?
En ese momento, la puerta se abrió. Un hombre joven, de cabello oscuro y rostro afable entró a la habitación, sacándola de sus pensamientos.
—Buenas tardes —saludó el hombre estrechando la mano de Jazmín.
—Buenas tardes doctor. —respondió ella.
—¿Y bien, qué tiene este campeón? —preguntó el apuesto médico mientras sostenía la mano de Oliver.
—Lo traje para su chequeo mensual. —contestó— Realmente él ha estado bastante bien de salud física, pero últimamente lo he notado un poco inquieto.
—Sí, es importante hacerle una revisión constante considerando su condición cromosómica. Tienden a presentar en algunos casos de hiperactividad —advirtió el médico.— Mas, no siempre ocurre.
—Es lo que imaginé