Jazmín, se mantuvo de pie junto a la cama, sintiendo toda su piel arder, lo deseaba, deseaba estar con él. Sin embargo, un Ethan con una calma inusual, parecía dilatar aquel momento como si deseara saborear cada segundo previo al desenlace.
Mientras ella moría de ganas por sentirlo, él parecía jugar un juego perverso. Se acercó a la mesa con elegancia, descorchó la botella de champagne con un sonido seco, la espuma se desbordó como se desbordaban dentro de Jazmín el deseo. Sirvió ambas copas con precisión sin que sus ojos se apartaran de ella.
Luego se acercó hasta ella, entregándole la copa.
—Brindo por ti, Jazmín —dijo con voz grave y seductora—. Por esto que sentimos hoy y que espero dure para siempre.
Ella tomó su copa sin dejar de observarlo, temblando levemente por dentro.
—¡Salud! —susurró, con una sonrisa. Escondiendo aquel torbellino de emociones internas que amenazaba con estallar pronto.
Ambos bebieron sus copas, sintiendo el burbujeo del champagne en su garganta.