Mundo ficciónIniciar sesión—Grandulón… Paolo, ¿estás bien? —La voz de mi ratona me sacó de la ensoñación y cada recuerdo se esfumó enseguida. Sentí el corazón a un ritmo errático.
Nervioso, mis ojos contemplaron alrededor: el lujoso y sobrio salón de Omar se desvaneció hasta tornarse aquella luminosa habitación de paredes blancas y decoración en brillantes tonos multicolores, con posters de bandas asiáticas y el enorme vinil tornasolado con diseño de música en el muro frente a mí, tras el teclado eléctrico desde el cual, Mariana me observaba algo confundida, pero con suma atención. Sentí un escalofrío en la nuca ante su expresión, quizás pudo ver cada pensamiento que surcó mi mente.
—Lo siento, me distraje, Ratona —le dije, intentando aparentar serenidad—. Es que sí, c







