—Tu pellejo tiene precio desde ese día, Ángel.
La voz del infeliz me devolvió a ese momento en el cual nos encontrábamos frente a frente. Casi caí por el terror. Su mano permaneció aferrada a mi barbilla y esa cínica sonrisa resultó una macabra e intimidante burla.
—¡Claro, hijo!, tampoco eres el único. De seguro sabes que tu querido R murió hace dos años…
Liberó mi mentón y empujó con fuerza, casi me hizo tropezar contra la mesa, yo era igual a un simple muñeco de trapo, podía sacudirme y lanzar a su antojo, ni siquiera supe cómo logré aferrarme al frío borde metálico para no acabar en el suelo.
—Angelito, ahora la cabeza de otros vale más que la tuya…
Lo vi desplazarse por el lugar con el vaso de whisky en mano. Pese a conocer cuál fue el destino de R, cuando las pesadillas retornaron, no pude evitar sentir que en cualquier momento llegaría a buscarme y todo a causa de aquel encuentro con el infeliz que hablaba frente a mí.
—El capitán Reynolds que hizo el tiro de gr