Esa noche, después de varias sin dormir, me abracé a Madison y ella a mí, por fin pude conciliar el sueño, su presencia me brindaba seguridad, sin embargo, la alarma sonó muy temprano.
Abrí los ojos y aun no amanecía, pero lo que tenía que hacer no daba espera, Madison estaba en su lado de la cama durmiendo profundamente; despacio y sin hacer ningún ruido me levanté y me fui hacía el baño, me duche y aliste en menos de 45 minutos, y ella, seguía durmiendo como un lirón.
Me acerqué a ella e intenté darle un beso sin despertarla, pero fue imposible, ella abrió los ojos de un solo golpe, y se quedó mirándome estatica.
—¿Para dónde vas mi amor? —preguntó aun adormilada
—Preciosa mía, debo resolver algunos asuntos de mi empresa. Llevo muchos días ausente
—¿Qué? —Su expresión cambió a una de enojo —Llevamos días sin vernos ¿Y ya te vas?
—Si reina, debo irme, pero prometo que trataré de desocuparme lo más temprano posible, aun necesitamos resolver algunas cosas ¿Iras a la veterinaria?