Punto de vista de Madison
Cada minuto que pasaba lejos del hospital se sentía más largo que el anterior. Como en las otras cinco noches, esa noche tampoco pude dormir. Apenas amaneció, me vestí lo mejor que pude, puse algo de maquillaje en mi rostro y, por supuesto, apliqué mi perfume favorito.
Pese a cualquier pronóstico, le había prometido a Mía que la llevaría conmigo ese día. Ella estaba ansiosa por ver y hablar con su padre, y era un derecho que no podía quitarle.
Ni siquiera había acabado de amanecer cuando ella y yo, tomadas de la mano, salimos rumbo al hospital. ¿Estaría despierto? ¿Nos reconocería? Suspiré, sintiendo como un duro nudo se atravesaba en mi garganta.
—Madison , ¿el señor papá se va a despertar hoy? ¿Verdad? —preguntó Mía, acariciando mi brazo.
Volví a suspirar, llena de ansiedad por dentro.
—Eso espero. Espero que los médicos hayan logrado estabilizarlo. Es importante que él recupere la conciencia hoy.
—Lo sé, pero él me ha venido a visitar en sueños, y me prom