Punto de vista Maximiliano
Sonreí divertido cuando dijimos con Madison al mismo tiempo que teníamos que hablar, pero no fue divertido en realidad, sonreí nervioso, ¿Qué tenía ella para decirme? Tragué entero.
—Bueno preciosa, entonces, sin más preámbulo , vamos a tomarnos un café.
—¿Podríamos hablar en la casa Maximiliano? Estoy desnuda— las mejillas de Madison se sonrojaron, recordé que solamente traía el gaban puesto, salí del cubículo y le pasé una pequeña maleta.
—Te traje ropa preciosa, sabía que estabas desnuda.
Ella sonrió y subió los hombros.
—Siempre piensas en todo mi amor, muchas gracias, a mí no se me ocurrió traer ropa, creo que fue la emoción, déjame vestir, y nos vamos, te acepto el café, también lo necesito.
Unos quince minutos más tarde, y con los nervios brotando por los poros, llegamos a un precioso café de la ciudad.
La camarera llegó para tomar nuestra orden.
—Una agua de hierbas por favor —Madison pidió primero
—Para mí un expreso —Ordene después
Madison