Capítulo 16. Noche en el río Charles
La primavera en Boston había alcanzado su clímax: los días se alargaban con una generosidad casi indulgente, el aire olía a lilas y a tierra húmeda, y el río Charles serpenteaba entre los campus como una cinta de plata bajo la luz dorada del atardecer. Fue en esa hora suspendida entre el día y la noche que Robert la encontró frente a la biblioteca, con un libro bajo el brazo y la mirada perdida en el horizonte.
—¿Tienes planes para esta noche? —preguntó, con una sonrisa que ocultaba algo más profundo.
Patricia negó con la cabeza.
—Solo estudiar.
—Entonces —dijo él, tendiéndole la mano—, déjame robarte unas horas.
No preguntó. No insistió. Solo esperó. Y ella, sin dudar, tomó su mano.
Caminaron en silencio hasta el embarcadero universitario, donde un bote de remos los esperaba, amarrado con una cuerda desgastada por el sol y el salitre. Robert lo desató con movimientos seguros, heredados de veranos pasados en el lago de su infancia. Patricia subió con cautela, y él la siguió, empujando