Blake Harper era un as en sacar a los peces gordos de los negocios y así su jefe tomar el botín. Ella decide retirarse del juego de seducción para vivir lejos y tener una vida tranquila, pero el jefe tiene un último trabajo: Sacar a Christian Haggard de los negocios por completo. Ella acepta con la condición de terminar con ello… y retirarse. Pero no contaba con que Christian Haggard la conquistaría sin previo aviso y le entregaría el corazón. Al ver su jefe que se ha negado a cooperar para sacarlo del juego y decide seguir al corazón, George Frederc se encarga de descubrirla ante él para seguir su venganza: Destruir a Christian Haggard, como una vez él destruyo la suya.
Ler mais“Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto.”
Proverbio chino
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Ocho meses atrás…
Blake
Salíamos Christian y yo de una cena benéfica. Su mano apretó mi brazo más de lo normal mientras nos guio al auto en el estacionamiento. Abrió la puerta y me dejó deslizarme con tiempo a mi asiento. Azotó la puerta al cerrarla y eso me hizo encogerme de hombros.
Subió y encendió el auto apresurado.
— ¿Qué es lo que pasa? — pregunté nerviosa y demasiado extrañada, había regresado de los servicios algo diferente.
No contestó, ni dirigió su mirada hacia a mí, su perfil estaba concentrado en la carretera y al tráfico. Su mandíbula estaba tensa y podía observar como sus dientes los apretaba.
¿Qué es lo que estaba pasando? Y precisamente esta noche escogí para hablar con él, había admitido que mis sentimientos por él eran fuertes, genuinos y le diría la verdad. No podía continuar con él, si no era sincera. Lo amaba intensamente. Los nervios afloraron en mi estómago el solo pensarlo.
La lluvia se desató en segundos. Encendió el parabrisas y me quedé fija como se movían de un lado a otro. Volvería a preguntarle el porqué de su actitud… pero le daría tiempo. ¿Eso es lo que hace cuándo uno está enamorado? Suspiré por lo bajo.
El auto se detuvo en la acera en algún lugar de Madrid.
— ¿Desde cuándo finges esto…? —nos señaló a ambos con el dedo índice. El corazón se aceleró como nunca lo había hecho. Me volví a él con mi rostro cargado de confusión.
— ¿De qué hablas? — pregunté.
Soltó contra el volante un golpe fuerte y cargado de ira, me quedé congelada.
—Voy a volver a preguntar Blake, ¿Desde cuándo finges ESTO? — lo exigió.
El corazón latía a gran velocidad amenazando con salirse de mi pecho. ¡Esto no estaba pasando!
—No entiendo por qué dic…—Error. Su mano se fue a mi nuca y de un movimiento me atrajo hasta quedar frente a frente. Pude ver dolor, ira y decepción en sus ojos grises, su labio inferior tembló.
¡Mierda! ¡Mierda! el silencio reino por más segundos. Estaba debatiéndome en fingir que no sabía nada, aunque ya podía asegurar con certeza que sabe quién soy y cual era mi propósito, lo cual me pondría en desventaja… o decirle la verdad con la noticia extra de que mis sentimientos eran sinceros al final. Que estos ocho meses, estaba locamente enamorada de él.
Me separé bruscamente de su agarre. Y miré al frente. Me daba vergüenza mirarlo.
—Trabajo para George Frederc desde hace cinco años, —no podía creer lo que estaba haciendo, finalmente la verdad estaba saliendo de mis labios—…seducía a los peces gordos de negocios, para que él pudiera arrebatarle los contratos de oro. Este era mi último trabajo, seducirte… —cerré los ojos con fuerza, como si con ello fuese a desaparecer. Mis manos sudaban—…seducirte para quitarte del negocio de los españoles. Pero…—bajé la mirada y miré mis manos sobre mi regazo—… todo cambió.
Carcajeó irónico tomándome por sorpresa.
— ¿Cambió? ¡Por Dios! ¡Te he…! —no terminó su frase y dio otro golpe al volante, más furioso.
Cerró sus ojos y los apretó con fuerza, su rostro estaba enrojeciéndose. Tomó aire para tranquilizarse. Los abrió con determinación…
Y eso me dio un escalofrío.
No entendía a las mujeres que se enamoraban. Las cosas que hacían por amor. Era nueva en el tema. Y no sabía cómo arreglar esto. Tenía que haber una maldita forma.
—Mis sentimientos por ti… son verdaderos—al fin lo dije. Esas palabras que estaban atoradas en mi garganta y al fin las saqué a la luz.
— ¡BAJA DEL AUTO! —gritó furioso.
¿Qué?
—Christian…—apenas dije cuando volvió a gritar.
— ¡BAJA DEL PUTO AUTO! —negué repetidamente llena de pánico. Bajó del auto, a pesar de la lluvia. Lo rodeó y abrió mi puerta, se inclinó para tomar fuerte mi brazo bruscamente.
— ¡Christian! —grité conmocionada. Las lágrimas se perdían con la fría lluvia que en segundos me empapó el vestido de noche, mis labios temblaron, azotó la puerta al cerrarla.
Antes de rodear el auto de regreso, se volvió a mí.
— ¡TE ABRÍ MI CORAZÓN, MALDITA SEA! ¡CONOCISTE A MI FAMILIA! ¡INCLUSIVE TENÍA LA ESPERANZA DE…! —se interrumpió así mismo. —…TE HABÍA ENTREGADO TODO, ME HICISTE TOCAR EL CIELO CUANDO EN REALIDAD, ERA EL MISMO INFIERNO AL QUE ME ESTABAS LLEVANDO…—me señaló con el dedo índice. — ¡ME HAS DESTRUIDO, HARPER! ¡BUEN TRABAJO, YA PUEDES COBRARLO!
Comencé a llorar con fuerza, intenté acercarme a él, pero él levantó la mirada y extendió su mano para que no avanzara.
— ¡Por favor! ¡Tienes que escuchar todo! —grité al ver que se giraba para subirse al auto.
Subió al Bentley y arrancó. Mi mirada siguió el auto hasta que se perdió en el tráfico.
Christian Haggard, se llevaba mi corazón.
Dos horas después, con zapatillas en mano y con el vestido alzado para no tropezar, y eso incluía que estaba escurriendo, llegué al hotel. El gerente inmediatamente me auxilió y al intentar preguntar si Christian había regresado, se adelantó, me informó que se había marchado con maleta y su escolta de seguridad y que había dejado pagado por una noche más. El corazón se me encogió, y no pude disimular que no me dolía.
Subí a la suite presidencial, al entrar, pude ver mi maleta hecha a un lado de la entrada. Estaba todo oscuro, encendí el interruptor y alumbró casi todo el piso. Pude ver vidrios hechos añicos en el suelo de mármol. Y sin darme cuenta, estaba recargada en la puerta y deslizándome hasta caer sobre mis pies. Comencé de nuevo a llorar y a maldecir lo cobarde que fui al no parar esto.
Sonó el teléfono en la habitación y sin pensarlo corrí hacia su búsqueda, la leve esperanza de que fuera Christian diciéndome que podíamos hablar…
— ¿Christian? —pregunté rápido.
—No, ¿Creías que todo sería de color rosa y te iba a perdonar? —la voz de George.
— ¡Eres un maldito! —grité furiosa.
—Eso lo sabías ¿No? Los españoles le han cancelado la junta a tu querido Christian, así que mañana cierro yo mismo el negocio—podía imaginar su maldita sonrisa de triunfo.
¡Era un maldito!
Pero si mi infierno sería no tener el perdón de Christian, George tendría el suyo…
Haría de su vida un infierno.
Días después...Christian lanzó en el aire el mantel de cuadros rojos para extenderlo y ponerlo sobre el pasto verde, cuando este finalmente quedó bien acomodado, Blake puso la canasta de mimbre en la orilla, se sentó y acomodó lo que había en el interior, dos copas de vino, pan de ajo, uvas, fresas y queso, Christian recordó el maratón de sexo de días desde que llegó a ella, hoy era el primer día que salían de la cama, a Blake se le notó más brillosa la piel, sus facciones eran distintas, la nostalgia en sus ojos se había evaporado. Blake notó que la miraba.— ¿Qué piensas? —preguntó ella antes de probar de un mordisco una fresa, Christian pensó en que la agonía finalmente había llegado a su fin, cada rincón dentro de él, estaba lleno de felicidad,
Un año después…ItaliaBlake estaba sentada en la terraza de aquel restaurante en Nápoles dónde servían la mejor pizza; había llevado un recorrido de varias ciudades con mochila a espalda hace un año, estaba desconectada totalmente de New York y de todo lo que tenía que ver con Christian Haggard y familia, durmió en hostales, pidió viaje con el pulgar al aire, durmió en granjas, conoció lugares jamás vistos, montañas, lagos, acampó, caminó por desiertos, pero aun sentía ese dolor en su pecho. Un año ha pasado desde que había desaparecido de la vida de Christian Haggard, un año cargando aun recuerdos de su relación, a veces soñaba que estaba con él, en su cama, acariciando su espalda, haciendo el amor, pero después descubría con dolor que era s
Blake sintió el frío de aquellas esposas. Sintió que todo era irreal, sintió el temor de solo imaginar estar presa, nunca imaginó que un trabajo de cinco años, usando los juegos de seducción, iban a hundirla, la iban a dejar detrás de unas rejas, era cómplice, y cuando lo pudo digerir, comprendió que el infierno apenas comenzaba. La trasladaron, la procesaron, luego la vistieron de prisionera y la encerraron en una pequeña celda, mal oliente, sin comer por horas, en aquel lugar, se derrumbó por completo, lloró abrazada a sí misma en un rincón de ese diminuto espacio, repasó una y otra vez todo lo que había pasado durante los cinco años con George, pero había una esperanza, las pruebas estaban en buenas manos, solo tocaba esperar y usarlas en el momento preciso. No terminaba aun el primer día cuando tuvo la visita de uno de los abogados de la fam
Blake miró a través de la ventana de la habitación de Keira, por un momento no escuchó nada de lo que ella estaba hablando, solo pudo ver como los labios de ella se movieron, luego desvió de nuevo la mirada hacia a aquel jardín tan hermoso, lleno de flores de temporada, en su mayoría, eran rosales blancos.— ¿Blake? —ella dio un brinco al sentir el toque de una mano en su hombro, salió de su trance, el ruido había llegado de golpe a ella, levantó su rostro y miró a Christian de pie a un lado de su lugar, Keira pareció preocupada.—Lo siento, lo siento—se masajeó el rostro, luego los volvió a mirar fugaz, intentó bajar el ruido de aquellos pensamientos que la atormentaban en ese momento. — ¿Has hablado con los abogados? ¿Qué han dicho? —Keira se levantó para darles privacidad, Bl
BlakeCorté la distancia entre los dos, él me miró con un poco de sorpresa, tomé aire y lo solté lentamente.—Sí tengo que pagar lo que, hecho, —humedecí mis labios al sentirlos secos—, lo haré, me haré responsable de las consecuencias de mis actos. —Christian arrugó su ceño, apretó su mandíbula.—No voy a permitir que vayas a la cárcel. —suavicé mi rostro, levanté la mano hacia su barbilla, pensé que iba a retroceder, pero no fue así, al tocar mi mano con su piel, vi cómo se estremeció, en como cerró sus ojos para disfrutar mi caricia, el nudo en mi garganta creció.—Ahora sé a qué se refieren cuando dicen que uno no sabe lo que tiene hasta que lo ha perdido...—Christian tiró de m&
BlakeGeorge había descubierto mi plan.— ¿Blake? —me llamó Christian. — ¿Por qué crees que George ha ido al The Wall Street Journal? —no pude decir nada, mi cabeza era un tornado de suposiciones, no había ido en ningún momento a ese lugar, entonces di con ello, cerré los ojos. "Al bajar del avión, había enviado mensaje a mi contacto, no lo había hecho desde un lugar público" maldije dentro de mí, me cubrí el rostro con ambas manos y solté un grito de maldición, sentí el toque de Christian atrapando mis muñecas, de un movimiento, las separó para verme. —Dime que no es lo que estoy pensando, —presioné mis labios con dureza, la había cagado—, ¿En serio tenías que hacer eso? ¿Qué parte de que te expones a que te haga
Último capítulo