Capítulo 5. Mundo patas arriba

Christian

— ¿Y la dejaste en su departamento? —preguntó atónito, Charles. Arrugué mi ceño, confundido a su reacción, siento como si fuese un gran sarcasmo. 

 —Sí. Lo hice. ¿Qué tiene de malo? Simplemente...—su mirada me incomodó, me levanté de mi silla e introduje mis manos a los bolsillos de mi pantalón de vestir, miré hacia el panorama que tiene mi piso, luego solté un largo suspiro. —...fui caballeroso. Tengo modales, Charles. Aunque no creas, tengo ese lado aun...

 —Lo sé, pero ¿Christian Haggard? ¿Quieres decir que tú escoltaste a esa hermosa dama a su departamento? ¿No tu seguridad? ¿Tú? —sé a dónde se estaba dirigiendo. Me giré hacia él y negué divertido.

 —Bien, bien, no suelo hacer este tipo de acciones, por qué no acostumbro a perseguir a una mujer, ellas lo hacen. Bien, lo acepto, no tiene nada de malo poder hacer de vez en cuando el otro papel. 

 — ¿De ser una dama hermosa y ser perseguida? —Ruedo mis ojos y niego, parece ser que a Charles le parece divertido lo que le he contado. 

 —Me refiero a…—me aburrió y tajo el tema. —Déjalo, olvídalo, no te he contado nada, por cierto, ¿Cómo te va en el rol de hombre casado? —Charles se tensa, desvió su mirada hacia otro lugar. — ¿Problemas en el paraíso tan rápido? —Él no dice nada por unos segundos. 

 —Dominica y yo andamos bien, es solo que es una maniática como tú. —arqueé una ceja, me crucé de brazos y esperé a que siguiera hablando. —Me refiero en lo de tener todo controlado, en el orden y.… no sé, he sentido que está más concentrada en las cosas de la casa, nuestra economía, salidas planeadas, sus días de ovulación, me siento... —tuerce sus labios—...me siento usado de cierta manera, siento que la mujer con la que me casé, solo está casada conmigo para darle una familia, ¿Dónde quedó el romance? ¿El sexo no planeado? ¿Las caminatas de la mano? ¿Las idas al cine? ¿El solo sentarnos a leer en silencio en la estancia? Son muchas cosas, solo llevamos dos meses de casados y…bueno. No me hagas caso. —me observó en espera a que le dijera algo. 

 —Diré lo que siempre he dicho, "Hablando se entiende a la gente" aplícalo hoy. —él sonríe, creo que sabía que diría algo así. 

 — ¿Y la vas a volver a ver? —por un momento olvido a lo que se refiere, al ver mi rostro de confusión me ayuda. —Me refiero a la señorita de pelo rojo. ¿Cómo es que se llama? —pregunta, curioso. 

 No sé por qué mierdas se me escapa una sonrisa como tonto. 

 —Se llama Blake Harper. —en un momento de ocio había buscado en el internet el significado de "Blake" ya que es la segunda vez que he escuchado ese nombre desde que tengo uso de razón, me sorprendió descubrir: "Le gusta saltarse las reglas y dejarse guiar por su instinto" una sonrisa había escapado de mis labios.

 —Vaya, hasta corazones te han salido de los ojos y la boca al decir su nombre. 

 —No es nada de eso, es solo que se siente extraño buscarla, no sé qué es lo que me pasa con ella, ¡Por Dios santo, apenas nos vimos hace unos días y ya ando investigando su pasado, su presente y sus trabajos! 

 —Bueno, podría ser que al final conociste a la horma de tu zapato. Podría ser que ella fuese la próxima señora Haggard. —niego en silencio.

 —Calma el drama, el que estés casado no quiere decir que tienes que casarnos a todos.

 —Bueno, —suelta una risa—...tuve que intentarlo. 

***

 —Hijo, que bien que has llegado, tu hermana se está instalando en su antigua habitación—me sorprendió escuchar eso.

 — ¿Qué? ¿Qué ha pasado? ¿No tenía que estar en París en su rutina después de mi cumpleaños? —mi madre cerró la puerta, alcanzó mi brazo y comenzó a susurrar. 

 —Su marido le ha pedido tiempo...es lo que me ha dicho. —abrí mis ojos con mucha sorpresa.

 — ¿Tiempo? —ella asintió. 

 —Parece ser que Bruno viaja mucho últimamente, dice Keira que la ha dejado muy sola últimamente, llegó anoche de París y es un desastre...

 — ¿Por qué no me avisaron? —me irrité. —Subiré a hablar con ella.

 —Espera, no digas que te he contado, tú no sabes nada. —afirmé, subí los escalones pensando en que le iba a decir, quizás un "¿Lo desaparezco?" sonreí discretamente. Toqué la puerta y escuché un "Quiero estar sola" ignoré sus palabras, entré a su antigua habitación, Keira estaba sentada en un sillón individual estilo victoriano a lado de una gran ventana. Estaba hecha un ovillo, con los pies en la orilla, mirando hacia el exterior.

 — ¿Sabes que tengo influencias para investigar que se trae entre manos? ¿Verdad? —ella se giró bruscamente hacia a mí, sus ojos estaban rojos por tanto llorar, eso me conmovió, ya que ella no suele hacerlo, Keira era igual a mí en ciertos aspectos, no solemos vernos vulnerables. 

 —No es necesario, sabes que yo tengo las mías... —se limpió las lágrimas de ambas mejillas con sus manos. — El hijo de puta embarazó a una italiana que solo tiene veintitrés años y es pasante en la empresa de él, ¿Sabes que es lo que más me duele de todo esto? —esperó a que dijera algo. 

 —Tú querías tener familia. —ella asintió. 

 —Me costó mucho pensar en que podría ser buena madre, criar a alguien, dar mi tiempo a un pequeño ser humano, de mis entrañas, llenarlo de amor, de cariño...—se le quiebra la voz—pero lamentablemente tantos intentos, me hizo declinar la idea de ser madre, pero algo en mí, lo anhelaba en silencio, él lo sabía, no perdió el tiempo el muy cabrón y embarazó a la primera que se le cruzó. 

 Me acerqué a la cama, me senté en la orilla y la miré en silencio.

 —Levántate. —digo en un tono serio. — ¿Dónde quedó la Keira que siempre tenía la cabeza en lo alto a pesar de lo malo a su alrededor?

 —Hoy solo soy una simple mortal, Chris. —sonreí.

 —Keira, sé qué esperas escuchar algo que te levante el ánimo por un momento, pero solo te diré algo: Hay millones de hombres en el mundo, divórciate, déjalo en la calle y sigue tu vida, quizás y.…—Keira apenas estiró sus labios en señal de una sonrisa...muy pero muy discreta. —Eres hermosa, estás joven, tienes dinero, tienes una línea de cosméticos que podría mantener generaciones, ¿Entonces?

 —Yo quería a Bruno, no a los millones de hombres que dices que hay en el mundo. —me crucé de brazos y le lancé una mirada de irritación. —Ya entendí a dónde quieres llegar. —ella se quedó en silencio como si estuviese recordando algo. —Por cierto, —me tensé al ver a dónde iba. —... ¿Quién era la mujer con la que bailaste en tu cumpleaños? —me tensé.

 — ¿Te sientes mejor? veo que ya andas de investigadora en mi vida privada—ella sonrió.

 —Te ha pillado, ¿No? —arrugué mi ceño, confundido. 

 — ¿Pillado? —ella asintió.

 —Fui testigo de cómo la seguiste a los servicios con tu guarura. —arqueé una ceja. 

 —Detente. 

 — ¿Por qué? Se ve que el chisme está bueno, además, a los minutos ella salió disparada a su mesa con sus amigas, se marcharon a toda prisa. ¿Qué pasó en los servicios?

 —No suelo hablar con nadie de mi vida privada. —corto de tajo.

 —Christian Makai Haggard. —hago un gesto de terror.

 — ¿Por qué tienes que sacar a relucir cuando puedes mi segundo nombre? Sabes que lo odio. 

 —No podrás esquivar el tema, anda—me guiñó el ojo, divertida. —Suelta prenda, quiero saber. 

 Nos quedamos en silencio observándonos detenidamente. 

 —Es una mujer que me llamó la atención, la investigué y quiero conocerla. 

 Sus cejas fueron alzadas por muy alto. 

 — ¿Tú quieres conocer a una mujer? ¿Conocer para una relación...normal? —torcí mis labios en desaprobación. 

 —No es por ese lado.

 —Entonces, ¿Sexual? ¿Y todas las mujeres que siempre te buscan? Y he escuchado, que son de buen ver, modelos y famosas del medio artístico... ¿No te basta con las que siempre te rondan? Por cierto, ¿Por qué no te he visto en revistas? —me quedé pensando en el tiempo que he estado fuera del juego, estaba demasiado concentrado en mi empresa, en mi familia y en expandirme a España. Luego pienso en mi círculo de amistades, muchos divorcios, infidelidades, muchas crisis de pareja, personas en depresión, terapeutas, psicólogos, dinero mal gastado. Me había prometido no enamorarme, solo disfrutar del momento sin ataduras...

 —Tengo mucho trabajo. Tengo que irme—me levanté de un movimiento, no solía hablar de mi vida privada con nadie y mucho menos con ella. Aunque muchos especulaban acerca de con quien salía en el momento, siempre fallaban. 

 —Señor hermético. —suelta en burla, camino hasta la puerta de la habitación. Me vuelvo hacia a ella. 

 —Puedes llorar por hoy, pero mañana...es otro día...

 —...Y otra Keira. —terminó la oración por mí. 

 —Exacto. Cuídate, te veo luego...—salí de la habitación, pensando en la sensación que provocó Harper en mí esa noche que tuvimos contacto físico, sé qué lo sintió, ese cosquilleo recorrerte de pies a cabeza, erizando tu piel hasta provocar un poco de esa sensación de placer. 

 Bajé las escaleras y busqué a mi madre en la cocina, dónde suele estar. Crucé el arco de la entrada a la cocina y la encuentro, sentada en la isla de granito, dio un sorbo a su té humeante, sus ojos me buscaron.

 — ¿Está mejor? —asentí mientras me acerqué a paso lento.

 —Tengo que marcharme. —dejé un beso en su frente, al separarme, ella levantó una de sus mano y caricia mi mejilla.

 —Se acerca el día en el que me sorprenderás con una noticia. —dijo muy segura de las palabras que salieron de su boca. —Veo ese brillo en tus ojos, son buenas noticias. —niego.

 —Ah no, señora Haggard. No use su "magia" en mí. —ella sonrió más.

 —Nunca fallo, Chris. Creo que tu mundo…ya está patas arriba.

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