El silencio que se instala entre ambos es tan fuerte que parece torturarlos. Están tan cerca que pueden sentir la respiración del otro, como si el espacio que los dividía ya no existiera.
Confundida e incómoda con la proximidad, Marina lo encara con ojos inseguros, sintiendo que necesita romper ese momento extraño.
— ¿Qué quiere decir con eso, Víctor? —pregunta, con voz firme, aunque por dentro se sienta vulnerable.
Al percibir que está exponiendo una debilidad que él mismo no sabe que tiene, Víctor se queda perplejo. ¿Cómo podía perder el control delante de Marina? Eso lo irrita profundamente. Tragando en seco, rápidamente se recompone, forzando la frialdad de siempre en su expresión.
La suelta de repente, como si el contacto lo quemara, y se aparta, manteniendo la postura rígida.
— No quiero decir nada —responde con voz firme, pero con una nota de contrariedad.
Se dirige a la puerta y la abre, como si la conversación estuviera terminada.
— Si las flores son tan importantes para ti,