Escuchar las palabras de su madre hace que Marina se sienta incómoda, una mezcla de tristeza y rabia comienza a invadirla. Su cuerpo se tensa, mientras la voz de Daniela resuena, trayendo sentimientos de inseguridad que no sabía que tenía hasta ese momento.
— Mamá, por favor, ¿sabes cuánto me ofende eso? — pregunta, sintiendo su voz temblorosa. Estaba herida por dentro.
— Sí, lo sé, Mari, pero solo estoy siendo sincera contigo. Me asusté con lo que vi y pensé que ustedes dos estaban… — Daniela duda, claramente con miedo de poner en palabras sus pensamientos. — Ya sabes, ustedes dos… juntos.
Marina mira hacia la vista desde la pequeña terraza de la habitación, intentando contener las emociones que la dominan. Su cabeza va a mil, y no sabe cómo lidiar con la situación. La acusación implícita de su madre la hiere profundamente.
— Mamá, por favor, ¡sabes que nunca hice nada así en mi vida! ¿De verdad crees que entregaría mi primera vez a alguien a quien no amo? ¡Por el amor de Dios! — res