Cuando Marina llega al hotel, ya es de noche. Su cuerpo está tenso, y todo a su alrededor parece más complicado que antes. En el celular, hay algunos mensajes de su madre, pidiéndole que la llame en cuanto estuviera desocupada. Aunque quería resolver el malentendido, no sabía qué decir. Por más que, en algunas situaciones, no confiara completamente en Víctor, en el fondo esperaba que él pudiera ayudarla a salir de ese problema.
Después de un largo suspiro, decide darse una ducha para intentar relajarse. El agua caliente corre sobre su piel, pero no consigue lavar el nerviosismo que domina su mente. Al salir, sintiéndose un poco más ligera, pide la cena, pero termina comiendo sola.
La ausencia de Víctor es extraña, e imagina que él debe estar celebrando la victoria del caso con Raúl. Las horas pasan, y la presión de los mensajes de su madre solo aumenta. Sin poder ignorarlos, decidió que no puede esperar más.
Sentada al borde de la cama, Marina toma el celular, lista para llamar a su m