El tercer día de juicio llega, y el clima ya está tenso, incluso antes de que Marina y Víctor salgan del hotel. Caminan lado a lado hasta el coche, intercambiando pocas palabras, ambos absortos en sus propios pensamientos. El aire a su alrededor parece denso, cargado de expectativas y preocupaciones. La ciudad comienza a despertar, con la luz suave del sol filtrándose por las calles de Río de Janeiro.
Al entrar en el coche, Víctor se concentra en el juicio que los espera, mientras Marina se pierde en pensamientos sobre su vida personal, que se ha convertido en un verdadero caos en los últimos días.
Al llegar al tribunal, el movimiento de periodistas y curiosos en la puerta ya es frenético. Las cámaras se giran hacia el coche, los micrófonos se levantan y una multitud de reporteros intenta captar cualquier información. Víctor, con su habitual postura firme y confiada, no parece afectado por la atención. Marina, por el contrario, respira hondo, ajustándose el blazer en un gesto nervioso