— La policía ya debe estar llegando, pidieron que no moviéramos nada — dice Marina al terminar la llamada.
Víctor, aún visiblemente preocupado por la desaparición de los documentos, empieza a caminar de un lado a otro en el apartamento, pasándose la mano por el cabello mientras intenta procesar lo que ocurrió.
— Maldición, esos documentos eran cruciales para el juicio de mañana. ¿Cómo vamos a seguir sin ellos? — dice, frustrado, mirando a Marina como si esperara una solución inmediata.
— No tienes que preocuparte tanto, Víctor. Hice una copia de todo por precaución — revela, con voz calma, pero cargada de cierto orgullo por su iniciativa.
Víctor se detiene de golpe y la mira con los ojos abiertos, como si no pudiera creer lo que acaba de oír.
— ¿Qué hiciste? ¿Cuándo lo hiciste?
Marina levanta el mentón, manteniendo la postura firme. Sabía que su precaución acabaría siendo útil en algún momento, y ahora tenía la prueba de ello.
— Me tomé la libertad e hice las copias anoche, antes de i