Marina camina de un lado a otro, intentando procesar lo que acaba de suceder. El torbellino de emociones le impide quedarse quieta.
—¿Mamá, no vas a decir nada? —La voz de Amelie carga una mezcla de frustración y expectativa.
Percibiendo la inquietud de la hija, Marina se sienta en el sofá y le pide que haga lo mismo.
—Perdóname, mi amor —empieza la madre con un tono sereno. —Simplemente no esperaba esta sorpresa.
—Yo tampoco esperaba lo que pasó aquí —responde Amelie, aún confundida. —Pero, ¿por qué tú y papá reaccionaron de esa forma cuando entraron los padres de Daniel?
Mira a su madre, esperando una explicación, pero nota su mirada vacilante dirigida a Víctor, buscando apoyo silencioso. Él se acerca y toma la palabra.
—La verdad, hija, es que tu madre y Andressa eran muy amigas en la juventud… mejores amigas, para ser exactos —revela. —Pero algo ocurrió entre ellas, algo que las hizo pelearse hasta terminar con su amistad para siempre.
Amelie asimila por un momento lo que acaba de