Los días pasan y, con cada día, Víctor parece más distante y ocupado. Marina apenas logra verlo en el trabajo, ya que ambos están sobrecargados con sus responsabilidades. Nota que él siempre está atareado, involucrado en reuniones y viajes, lo que hace que la comunicación entre ellos sea cada vez más escasa.
Por otro lado, su rutina en el bufete también empieza a cambiar. Había recibido una nueva oficina y una asistente, algo que todos los abogados más experimentados del despacho tenían. El espacio es elegante y funcional, y la presencia de la asistente facilita el desarrollo de sus casos, permitiéndole concentrarse más en las partes estratégicas.
Aunque los cambios profesionales son positivos, la creciente distancia entre ella y Víctor comienza a inquietarla. A pesar de comprender la carga de trabajo de ambos, no puede evitar la sensación de que algo ha cambiado entre ellos.
De repente, una ola de inseguridad se apodera de su pecho. Es como si mariposas agitadas revolotearan en su es