Al escuchar las palabras de su esposa, una sonrisa discreta surge en los labios de Xavier. Se levanta rápidamente del suelo y la envuelve en un abrazo fuerte, dejando entrever una emoción aparentemente genuina.
— Gracias, mi amor. Te prometo que nunca más te decepcionaré — dice, besándole el rostro con la reverencia de quien contempla algo sagrado. — Sabía que no me abandonarías. Todo lo que estás haciendo por mí demuestra que eres la mujer perfecta. Haré que todo valga la pena, querida. ¡Todo! — exclama, con una alegría evidente de quien acaba de conseguir lo que quería.
Joana, sin embargo, se mantiene firme, aunque su expresión revela un conflicto interno.
— Suéltame — pide con voz baja. Siente que está a punto de ceder a los caprichos de su marido, y eso la incomoda profundamente. — Como ya te dije, no hago esto por ti, Xavier. Lo hago para evitar los escándalos que podrían surgir a partir de ahora.
— No habrá escándalos, querida — asegura él, intentando calmarla. — Ya te dije que