Cuando llegan a Brasil, Xavier se despide de Andressa antes incluso de bajar del avión. El gesto, rápido y calculado, no deja espacio para sentimentalismos. Ya había dispuesto todo para que ella permaneciera accesible, pero invisible: un apartamento en uno de los edificios más seguros y lujosos de la ciudad. Discreto, moderno y estratégicamente ubicado, el lugar sería el refugio perfecto para sus visitas, siempre que él lo deseara. Antes de irse, Xavier refuerza una única recomendación:
— No salgas de aquí sin mi autorización.
Andressa sonríe, asintiendo con la cabeza.
— No te preocupes, amor. Haré exactamente lo que me pidas.
Pero, mientras responde, sus pensamientos están a kilómetros de distancia. Aunque aparenta obediencia, ya tiene otros planes en mente.
Apenas llega al apartamento, Andressa no puede evitar admirar el lugar. Es amplio, decorado con un lujo casi asfixiante, lleno de detalles que exhalan sofisticación. Grandes ventanales ofrecen una vista panorámica de la ciudad, y