Después de aclarar las cosas con su suegra, Víctor regresa a la habitación y encuentra a la abuela de Marina despierta. Aun estando débil, la anciana intercambia algunas palabras con él. Luego se despiden de ella y abandonan el hospital. La tarde está tranquila, con una brisa suave que hace que Marina mire al cielo algo nublado.
— ¿Qué quieres hacer ahora? — pregunta Víctor, lanzándole una mirada suave mientras cruzan la calle.
— Quiero pasar un poco más de tiempo contigo — responde, envolviendo el brazo alrededor de su espalda en un gesto cálido e íntimo. Ambos caminan así, abrazados, como si el mundo a su alrededor no importara.
Víctor sonríe, inclinando ligeramente la cabeza para mirarla.
— Entonces podemos pasear un poco por el centro y hacer algunas compras. ¿Qué te parece?
Marina ríe suavemente, negando con la cabeza.
— La idea no es mala — comenta, dudando un instante. Luego desvía la mirada, intentando no mostrar la timidez que siente al confesar su verdadero deseo. — Pero pre