En Nueva York, Xavier sale de la ducha con una toalla atada a la cintura, mientras Andressa organiza la ropa que él debe usar. La habitación del hotel es lujosa, con una decoración moderna y minimalista, pero el ambiente parece cargado por el nerviosismo evidente entre ambos.
— No puedo creer que tenga que asistir a esa conferencia — dice Xavier, con un tono cansado, pasándose la mano por el cabello aún húmedo.
— Recuerda que es para mantener las apariencias — responde Andressa, con un tono comprensivo, mientras elige una corbata que combine con el traje.
— Sí, lo sé, pero ya no soporto más estas cosas — comenta él, sentándose al borde de la cama, con los hombros caídos en un gesto de agotamiento.
Observando el estrés reflejado en el rostro de su amante, Andressa decide acercarse. Se sienta en su regazo con naturalidad, rodeando su cuello con los brazos. Sus ojos se encuentran y, por unos segundos, reina el silencio antes de que ella hable.
— Si ya no puedes más, ¿por qué no terminas