Cuando le avisan que la cena está lista, Víctor suelta un leve suspiro, antes de ponerse una camisa casual y salir de su cuarto. Bajando las escaleras lentamente, siente el olor familiar de la comida casera preparada por los chefs de la familia, un contraste curioso con el clima tenso que flota en el aire.
Al entrar en el comedor, encuentra a toda la familia ya reunida alrededor de la larga mesa de madera oscura. La iluminación dorada de la lámpara se refleja en los platos de porcelana impecables y en los cubiertos de plata dispuestos con perfección. Avanza en silencio y ocupa su lugar, sintiendo las miradas de los familiares pesando sobre él. Su madre lanza una sonrisa casi forzada, intentando aliviar el ambiente.
— Bueno, qué bueno que llegaste, querido — comenta, en un tono afable, mientras pide a uno de los empleados que sirva su copa de vino. — Te estábamos esperando para comenzar.
Víctor solo asiente, tomando la servilleta de tela y colocándola sobre su regazo, sin decir una pal