— No quiero que digas nada — Víctor interrumpe, intentando retomar el foco en la conversación.
— Perdóname por parecer tan sorprendido — responde Rodrigo, levantando las manos en un gesto de rendición. — Es que esto realmente es muy nuevo para mí. Nunca imaginé que vería a ti, el Víctor «inalcanzable», caído por una mujer tan pronto.
— Entonces, finge que no te dije nada — retruca Víctor, poniéndose más serio.
Rodrigo esboza una leve sonrisa antes de preguntar:
— ¿Y cómo está Marina lidiando con todo esto?
Víctor suspira, apoyando los codos en la mesa y entrelazando los dedos.
— Está destrozada. La puñalada que recibió de su propia amiga destruyó muchas cosas dentro de ella. Pero hice lo posible para que se relajara y se sintiera bien. Por ahora, le pedí que se alejara de todo y de todos, para protegerse.
— Pobrecita… —comentó Rodrigo, sinceramente preocupado. — Imagino lo difícil que debe estar siendo para ella, aún más después de tener que dejar el trabajo. Sé cuánto amaba trabajar