El suave murmullo del aire acondicionado llena la habitación, creando una atmósfera fresca y relajante. Cualquiera que entrara allí en ese instante sentiría el ambiente como un verdadero hielo, sin imaginar que, bajo el edredón blanco que cubría la cama, una pareja ardía en intensas llamas de pasión.
El sonido suave de los gemidos de Marina se fundía con el ritmo intenso y urgente de los movimientos de Víctor, creando una sinfonía de deseo que se apoderaba del ambiente, impregnando el aire de una pasión incontenible.
El reloj ya marcaba más del mediodía, y por más que ninguno de los dos quisiera interrumpir el momento para pensar en una comida, Víctor sabía que debía dar una pequeña pausa.
Mientras Marina se acurrucaba en su pecho, cansada y somnolienta después de perder la cuenta de cuántas veces lo habían hecho desde la noche anterior, él toma el celular, decidido a pedir algo de comer.
— ¿Qué quieres comer? — pregunta, mientras una de sus manos acaricia el cabello largo y rubio de