Lentamente, Marina camina hacia Víctor, pero el peso de los últimos acontecimientos la hace dudar. Se sienta en el otro sofá, manteniendo una distancia considerable. Víctor observa su gesto, lo retraída y vulnerable que parece. Cierra los ojos por unos segundos, respirando hondo, intentando organizar los pensamientos y controlar la confusión que lo llena. Sabe que necesita escuchar lo que ella tiene que decir, aunque las respuestas puedan parecer confusas. Tras un instante, se levanta y va hasta su sofá, sentándose a su lado, pero manteniendo una distancia respetuosa.
— Mírame — dice él, con voz firme, pero con una suavidad que revela su comprensión. — Quiero que me lo digas todo, mirándome a los ojos.
Marina levanta lentamente la mirada. Sus ojos azules, ahora rojos e hinchados, se encuentran con los intensos y profundos ojos de Víctor. El dolor, la decepción y una silenciosa petición de comprensión flotan en el aire entre ellos.
— Ni siquiera sé por dónde empezar — murmura ella, con