Marina no soporta mirar un segundo más aquella escena. Con el corazón hecho pedazos y las manos temblorosas, camina rápidamente de regreso a la habitación. Lágrimas resbalan por su rostro y siente como si una parte de ella hubiera sido arrancada. La imagen de Sávio con otra mujer todavía martillea en su mente, y la sensación de traición es asfixiante.
— ¿Cómo tuvo el valor de mentirme mirándome a los ojos? — Susurra para sí misma, mientras se esfuerza por contener el llanto.
Con movimientos rápidos, empieza a arrojar su ropa en la maleta, separando solo lo que necesitará para salir de aquel lugar.
Al terminar de arreglar todo, toma el teléfono y llama a la recepción, pidiendo un coche. La respuesta que recibe es un balde de agua fría: no hay vehículos disponibles para llevarla, dado el aislamiento del resort.
Sintiendo impotencia, Marina mira el celular; el nombre de Andressa aparece en su mente, pero pronto descarta la idea de llamarla, sabiendo que no podría ayudarla en ese momento.