Cuando ambas amigas regresan al ático, la noche ya había caído, cubriendo la ciudad con un manto de luces centelleantes que entraban por las ventanas del lujoso apartamento.
— Voy a pedir una pizza, ¿qué te parece? — pregunta Andressa, entrando en el ambiente sofisticado con una sonrisa casual.
— ¡Me parece genial! — responde Marina, dejando las bolsas de compras en el sofá y observando el espacio a su alrededor con una mirada de fascinación. Cada rincón de aquel apartamento parecía sacado de una revista de decoración, y todavía no podía creer que estuviera allí.
Caminando hasta la mesa de centro, coloca la cartera con sus documentos sobre la superficie de vidrio. Distraída, Marina no percibe la mirada atenta de Andressa, que observa cada movimiento, entornando los ojos mientras la amiga le da la espalda. En cuanto Marina se vuelve hacia ella nuevamente, Andressa rápidamente disimula.
— ¿Y ahora qué haremos? — pregunta Marina, con una sonrisa leve, intentando disimular la sensación de