Daniel Montero es un CEO exitoso y poderoso, pero su imperio está al borde del colapso. En su momento más desesperado, Valeria Sánchez, su secretaria, surge como su única esperanza. Ella no solo es inteligente y decidida, sino también la mujer que despierta en Daniel deseos que había mantenido ocultos. Lo que comienza como una alianza profesional rápidamente se convierte en una pasión incontrolable. Las líneas entre el deber y el deseo se desvanecen, y lo que era una atracción prohibida amenaza con destruirlo todo. En un mundo lleno de traiciones y secretos, Daniel y Valeria deberán decidir si seguir sus ambiciones… o rendirse a un amor que podría costarles todo.
Ler maisEl edificio corporativo de Montero Enterprises era un coloso de vidrio y acero que dominaba el corazón de la ciudad. Los elevadores, cápsulas de cristal que se deslizaban silenciosamente entre los pisos, transportaban a los empleados con una eficiencia casi mecánica. En uno de estos elevadores, estaba a punto de ocurrir un encuentro que cambiaría el destino de dos vidas.
Valeria Sánchez, con una carpeta de documentos en una mano y un café en la otra, se apresuró para entrar en el elevador en el último segundo. El sonido de las puertas cerrándose marcó el inicio de su ascenso, pero antes de que pudiera presionar el botón de su piso, la puerta se abrió de nuevo.
Un hombre alto, de apariencia impecable y vestido con un traje hecho a medida, entró en el elevador con una confianza innata en cada paso. Su cabello oscuro, perfectamente peinado hacia atrás, reflejaba una meticulosidad envidiable. Sus ojos, profundos e intensos, recorrieron el interior del elevador antes de posarse en Valeria.
Valeria sintió el peso de su mirada, una mezcla de evaluación y curiosidad, pero logró mantener la compostura. Le devolvió una sonrisa cortés, ocultando su sorpresa.
—Buenos días —saludó Valeria, esforzándose por parecer tranquila mientras ajustaba la carpeta en su brazo.
El hombre asintió con cortesía y murmuró un suave —Buenos días— antes de presionar el botón de su destino. El silencio llenó el espacio entre ellos, pero la tensión era palpable, como si una corriente eléctrica hubiera cobrado vida en el aire.
Los números en el panel del elevador descendían lentamente, marcando su avance a través del edificio. Valeria se sentía observada, como si el hombre de traje estuviera tomando nota de cada detalle suyo. Decidió no dejarse intimidar y desvió la mirada hacia el exterior del elevador, aunque seguía sintiendo su presencia cercana.
Finalmente, las puertas se abrieron en un piso intermedio y un grupo de empleados entró, trayendo consigo un bullicio de voces y risas que rompió la tensión. Valeria aprovechó la distracción para sumergirse en su café y centrarse en las conversaciones ajenas.
Sin embargo, justo cuando pensaba que la situación había vuelto a la normalidad, una voz profunda y ligeramente burlona se alzó por encima del murmullo.
—Interesante elección de café —comentó el hombre del traje, con un tono que sugería un toque de diversión.
Valeria giró la cabeza, encontrándose con una sonrisa juguetona en los labios de él. Sorprendida, se sintió momentáneamente desconcertada.
—¿Cómo así? —preguntó, arqueando una ceja y decidiendo seguirle el juego.
El hombre se encogió de hombros, y Valeria no pudo evitar notar cómo el movimiento resaltaba la musculatura de sus hombros.
—En un mundo lleno de opciones, elegir un café simple dice mucho de una persona —respondió, sus ojos brillando con una chispa traviesa.
Valeria sonrió ante la respuesta inesperada. Mientras los demás pasajeros abandonaban el elevador en los siguientes pisos, dejando a ambos solos de nuevo, el espacio entre ellos se sintió más reducido.
—Supongo que prefiero mantener las cosas simples. Aunque, usted no parece alguien acostumbrado a la simplicidad —dijo Valeria, bajando la mirada por un instante antes de volver a encontrarse con sus ojos.
El hombre asintió, como aprobando su respuesta. Su expresión se volvió un poco más seria, como si estuviera sopesando algo.
—Te propongo un reto: en el próximo piso, di el primer número que te venga a la mente.
Valeria lo miró con incredulidad, sin poder evitar sentirse intrigada por la propuesta. Las puertas del elevador se abrieron en ese momento, revelando el siguiente piso.
—Cinco —dijo Valeria sin pensarlo, su corazón latiendo con anticipación.
El hombre sonrió, con un destello divertido en los ojos, y presionó el botón con el número cinco. Las puertas se cerraron de nuevo, y Valeria se sintió envuelta en una sensación de emoción inesperada.
—Espero que esto no me lleve a una trampa o algo así —bromeó Valeria, tratando de mantener el tono ligero.
El hombre rió, un sonido cálido y agradable que llenó el espacio entre ellos.
—No temas, no soy un villano de película —dijo con una sonrisa encantadora.
El ascenso continuó, y Valeria se sintió más relajada de lo que hubiera imaginado. Aunque el encuentro había sido completamente inesperado, no pudo evitar preguntarse qué otros desafíos y momentos emocionantes le deparaba el destino.
Y así, mientras el elevador continuaba su ascenso, Daniel Montero y Valeria Sánchez compartieron un momento que marcaría el inicio de una conexión única y desafiante. En un mundo donde las sorpresas eran escasas y la rutina lo dominaba todo, este encuentro inesperado había encendido una chispa que podría cambiar sus vidas para siempre.
A medida que el elevador se acercaba al quinto piso, Valeria experimentó una mezcla de emoción y nerviosismo. ¿Qué la esperaba en ese piso? Se preguntó si este desafío la llevaría a algún lugar desconocido o simplemente a un piso de oficinas como cualquier otro. Aunque sabía que todo esto era un juego, no pudo evitar sentir una anticipación creciente.
Las puertas del elevador se abrieron suavemente, revelando el quinto piso. Valeria miró a su alrededor, encontrándose en un vestíbulo diferente a los demás. Las paredes exhibían arte contemporáneo, y una atmósfera creativa impregnaba el ambiente. Un letrero indicaba que este piso albergaba la galería corporativa de la empresa.
Valeria volvió la mirada hacia Daniel, quien la observaba con una sonrisa cómplice.
—Bienvenida a mi pequeño desafío personal —dijo él, con tono divertido.
Valeria rió, dándose cuenta de que él había orquestado todo desde el principio.
—Debo admitir que no esperaba encontrarme con una galería de arte —comentó Valeria, examinando el lugar con interés.
—La creatividad tiene muchas formas de expresión —respondió Daniel, con una mirada aún llena de diversión—. Además, parecías dispuesta a aceptar el reto.
Valeria asintió con una sonrisa.
—Tocaste una fibra curiosa en mí, supongo.
Mientras recorrían la galería juntos, Daniel y Valeria comenzaron a conversar sobre temas que trascendían las formalidades habituales. Descubrieron intereses compartidos, historias de vida intrigantes y una química que crecía con cada palabra intercambiada.
Cuando finalmente fue el turno de Daniel, él también abrazó a su familia, intercambiando sonrisas y promesas de que pronto se volverían a ver.―Nos vemos pronto, familia ―dijo, con una mirada brillante. ―Estamos listos para comenzar nuestra nueva vida juntos.Una vez que se despidieron de todos, Daniel tomó la mano de Valeria, llevándola hacia su auto. Ella miró hacia atrás, sintiendo una mezcla de nostalgia y emoción por lo que estaba por venir.Mientras conducían, la ciudad se desvaneció detrás de ellos, y el paisaje cambió a campos verdes y montañas majestuosas. Valeria sintió que su corazón latía con más fuerza a cada kilómetro que pasaban.―¿A dónde me llevas? ―preguntó con una sonrisa traviesa.Daniel la miró con complicidad.―Te prometí una sorpresa, y creo que te va a encantar.Finalmente, llegaron a un hermoso resort junto al mar. Las olas rompían suavemente en la playa, y las palmeras se mecían con la brisa. Valeria se quedó sin aliento ante la belleza del lugar.―Esto es… i
―¿Estás lista? ―preguntó, sus ojos brillando de amor y emoción.Ella sonrió, sintiendo mariposas en el estómago.―Listísima. Solo quiero que todo salga perfecto.Daniel tomó su mano, dándole un suave apretón.―Ya lo es, porque estamos juntos.Los padres de Valeria llegaron, seguidos de los padres de Daniel y los hermanos, Héctor, Diego, Gabriel, Mateo y Tyler, quienes no dejaban de intercambiar sonrisas y risas nerviosas entre ellos. Natalia, la mejor amiga de Valeria, llegó con una mirada de emoción y un ramo de flores en las manos.La ceremonia comenzó, y Valeria caminó hacia el altar, sintiendo el amor y la felicidad en cada paso. Los ojos de todos estaban fijos en ella y en Daniel, quien no podía apartar la vista de su novia.Después de intercambiar votos y promesas, el oficiante pronunció las palabras que tanto habían esperado.―Puedes besar a la novia.Daniel la tomó entre sus brazos, y en ese momento, el mundo desapareció. Su beso fue profundo y lleno de pasión, un símbolo de t
Daniel se levantó y la ayudó a levantarse, dándole un pequeño beso en la frente.―Vamos, te conseguiré agua y luego hablaré con los chicos. No te preocupes, te apoyaré en lo que necesites.Valeria sintió una oleada de gratitud mientras caminaban juntos hacia la puerta del baño. Sabía que, a pesar de los desafíos, siempre podría contar con Daniel para enfrentar cualquier cosa que viniera.Valeria regresó a su escritorio, la mente aún aturdida por la experiencia en el baño. Intentó concentrarse en los documentos frente a ella, pero las palabras comenzaron a desdibujarse. Era como si sus párpados tuvieran vida propia, pesados y listos para cerrarse.Con un suspiro, movió la carpeta de asuntos a un lado y apoyó la cabeza en el escritorio, buscando un breve momento de descanso. Sin darse cuenta de cuándo, el cansancio la superó y se quedó dormida, la oficina alrededor de ella continuando con su ritmo habitual.Unos minutos después, sintió una suave presión en su hombro. Abrió los ojos con
Poco después, llegaron a la cafetería. Daniel estacionó y se apresuró a abrir la puerta de Valeria.―Vamos, reina. El licuado de galleta está a solo unos pasos.Valeria sonrió, sintiéndose más animada. Mientras caminaban hacia la entrada, un aire fresco les envolvió, y la idea de disfrutar de algo delicioso le devolvió la energía.Al entrar, el aroma del café fresco y los productos horneados llenó el aire, y Valeria sintió que su malestar desaparecía poco a poco.―Aquí está, el licuado de galleta te espera ―dijo Daniel, guiándola hacia el mostrador.Valeria no podía esperar para pedirlo, y en ese instante, supo que, sin importar lo extraño de sus antojos, siempre tendría a Daniel a su lado, listo para hacer cualquier cosa por ella.Valeria se acercó al mostrador, su entusiasmo renovado mientras observaba el menú. Las opciones eran tentadoras, pero su mente solo se centraba en el licuado de galleta.―¡Hola! Quisiera un licuado de galleta, por favor ―dijo con una sonrisa a la barista.L
―¿Qué te gustaría pedir? ―preguntó Daniel, sonriendo mientras revisaba el menú.Valeria lo miró, la emoción brillando en sus ojos.―Definitivamente quiero un brownie de chocolate y un café con leche. Y quizás… un trozo de tarta de chocolate.Daniel se echó a reír.―¿Estás segura de que no quieres pedir toda la repostería del lugar?Ella se sonrojó, divertida por su comentario.―Bueno, si pudiera, lo haría.Cuando el camarero se acercó, Valeria hizo su pedido con entusiasmo, y Daniel pidió un café negro y un croissant.Una vez que los platos llegaron, Valeria no perdió tiempo en hundir su tenedor en el brownie, disfrutando de cada bocado como si fuera un regalo divino.―Esto es increíble ―murmuró, con la boca llena.Daniel la observaba con una mezcla de cariño y admiración.―No puedo creer cuánto disfrutas de la comida. Es contagioso.Valeria levantó la vista, con un trozo de brownie suspendido en el aire.―¡Tienes que probarlo!Él tomó un pequeño bocado, y sus ojos se iluminaron.―Est
Las dos amigas continuaron conversando, riendo y soñando sobre la boda, el futuro y la vida que les esperaba. Valeria sentía que cada momento era un regalo, lleno de alegría y amor.Una vez que terminaron de comer, Valeria sintió otra oleada de antojos.―Hmm, creo que podría tener ganas de un helado también.Natalia levantó una ceja, sonriendo.―Vaya, parece que este antojo no se detiene.Ambas se pusieron de pie, dispuestas a buscar una heladería cercana. Mientras caminaban, Valeria sintió que el mundo a su alrededor se iluminaba. Era como si cada paso que daban las acercara más a sus sueños.Al llegar a la heladería, Valeria pidió un cono de helado de vainilla con chispas de chocolate. Mientras disfrutaban de su postre, una idea le cruzó la mente.―Nat, ¿y si hacemos una lista de invitados juntas? Podría ser divertido.Natalia se iluminó ante la idea.―¡Sí! Vamos a anotar a todos los que quieres invitar y a quiénes deberíamos dejar fuera.Rieron mientras hacían la lista, compartiend
Último capítulo