Daniel se levantó y la ayudó a levantarse, dándole un pequeño beso en la frente.
―Vamos, te conseguiré agua y luego hablaré con los chicos. No te preocupes, te apoyaré en lo que necesites.
Valeria sintió una oleada de gratitud mientras caminaban juntos hacia la puerta del baño. Sabía que, a pesar de los desafíos, siempre podría contar con Daniel para enfrentar cualquier cosa que viniera.
Valeria regresó a su escritorio, la mente aún aturdida por la experiencia en el baño. Intentó concentrarse en los documentos frente a ella, pero las palabras comenzaron a desdibujarse. Era como si sus párpados tuvieran vida propia, pesados y listos para cerrarse.
Con un suspiro, movió la carpeta de asuntos a un lado y apoyó la cabeza en el escritorio, buscando un breve momento de descanso. Sin darse cuenta de cuándo, el cansancio la superó y se quedó dormida, la oficina alrededor de ella continuando con su ritmo habitual.
Unos minutos después, sintió una suave presión en su hombro. Abrió los ojos con