La tensión en la sala se volvió insoportable para Ava. Cada segundo que pasaba en ese silencio cargado, le costaba más respirar con naturalidad.
Sophie lanzaba miradas filosas como cuchillos en dirección a Ethan, quien parecía completamente ajeno a lo que provocaba. Él, con la mirada fija en Ava, esperaba con ilusión infantil que aceptara la propuesta como si fuera la mejor idea del mundo.
—Es una maravillosa idea… —empezó a decir Ethan.
—Yo no tengo nada que hacer en un viaje así —lo interrumpió Ava, con tono seco—. Es algo de ustedes dos como pareja, y yo... claramente no pinto nada ahí.
Sophie giró la cabeza hacia ella. Sus labios comenzaron a dibujar una sonrisa —una mezcla de alivio y satisfacción— mientras Ava se encogía un poco en su asiento, incómoda.
Pero Ethan no se rindió.
—En realidad, unas vacaciones para mí tienen que incluirte, Ava —dijo con naturalidad, como si fuera lo más lógico del mundo—. Hace tiempo que deberías haber tomado tus días. Y ahora es el momento ideal.