Gabriel, desde la muerte de Ana, no había podido dormir una noche profunda y plácidamente. Cada día se levantaba más cansado y sin ánimos para seguir la lucha en la vida. Llegó a su casa después de dejar a Karen en su casa y regresó y como no hacía en mucho tiempo, solo se dedicó a dormir.
Esa mañana fue muy diferente. Se levantó muy temprano, descansado y lleno de ánimos. Fue a su gimnasio personal e hizo ejercicios por una hora. Después de desayunar, se bañó y se preparó para recibir a su nueva asistente. El solo pensar en el enojo de la chica al descubrir quién es él en realidad, lo hace sonreír de felicidad.
Llegó a su oficina de Ceo, donde descubrió que Deyanira ya la había arreglado según su gusto y solo torció el gesto.
—Hay que reconocer que ella ha conocido todo de mí, hasta hoy— miró el lugar y quitó lo que no le gustaba y lo echó en una caneca. Luego se acomodó a trabajar y a organizar sus documentos, entre lo que organiza están las carpetas de Karen, las cuales las vuelve