A la mañana siguiente, Karen se levantó muy temprano, decidida a buscar un nuevo empleo y dejar atrás lo que había sucedido con Gabriel. Ella no le va a dar el gusto de trabajar con él, para que esté mandado todo el tiempo. Sabe que tendrán más de un desacuerdo al día. Y si él es amigo del Ceo, será un verdadero infierno para ella.
— «Sí, es posible que le dé un hijo, pero no voy a estar bajo el yugo de ese hombre posesivo e imponente mandón». Pensó la chica.
Al llegar a la cocina encontró a su padre preparando el desayuno. En su rostro resplandecía de luz, se le veía feliz.
—¡Vaya, vaya! – dijo ella con burla en sus palabras y una enorme sonrisa en su rostro—. ¿Y usted qué hace levantado tan temprano?, señor Bonilla.
Ella se le acercó y le dio un beso y un abrazo al hombre que seguía con su labor en la cocina.
—Estoy feliz, hija mía — dijo a él—. Por fin, veo uno de mis tantos sueños hecho realidad. Ahora solo falta que Celia vuelva a la universidad.
Karen tragó con fuerza al oír aq