La pareja llegó al restaurante y él terminó la llamada y se giró al ver a la chica de pie a una mesa, se le acercó y, como todo, un caballo sacó la silla para que ella se sentara.
La joven se sentó, dejando escapar un largo suspiro.
— ¿Qué hiciste anoche? — preguntó el hombre tajante.
Los ojos oscuros de Karen lo miraron fulminando, si en ese momento esos ojos fueran metralletas, lo convertiría en un colador.
—Le dije que pasé toda la noche trabajando. Me enviaste con Celia un mundo de trabajo el que yo hice— dijo la joven bastante molesta.
Gabriel levantó la mano y llamó al mesero para que los atendiera.
—Por favor, tráigame una botella de vino blanco y el menú —dijo cortante.
El hombre se la quedó mirando sin compasión en sus ojos. Solo había desconfianza y algo que la joven no logra descifrar.
—Si tanto trabajaste toda la noche, como dices, entonces por que no estaba listos los papeles que tenías que entregarme — dijo él como si ella fuera una mentirosa.
Karen bajó la mirada cansada