Dos semanas necesitó Karen para dejar en su casa a su padre y al cuidado de una buena vecina. Y llegó el día para presentarse al trabajo y su corazón mantenía una danza que no podía controlar por mucho que ella quisiera. Durante esas dos semanas Gabriel estuvo pendiente de cada una de sus necesidades al igual que las de su padre.
—Debo reunir el dinero para esa cirugía— murmuró pensativa mientras que camina hacia la entrada de la empresa. Y sus ojos se abren grandemente al ver a su hermana Celia con los brazos cruzados, ahí de pie mirándola con odio.
Con mucha lentitud y con una actitud cortante la miró antes de dirigirse a ella.
— ¿Qué haces aquí? — le preguntó molesta la mayor – ¿estuviste tan ocupada como para no ir a visitar a tu padre?
Celia vestida de manera elegante con la ropa que Deyanira le proporcionó la miró con soberbia y desprecio. La joven estaba desencajada por el cansancio y tal vez se había adelgazado un poco, pero seguía siendo bastante robusta. Sus ropas y calzados