Después de la cena Gabriel llegó a su apartamento con la cara bastante relajada. Tenía tiempo que no sentía esa paz y tranquilidad dentro de sí mismo. Con calma se quitó la chaqueta y la arrojó en una de las sillas cercanas y fue directo al minibar donde se sirvió el vaso con un líquido ámbar. Luego lo miró fijamente y pensó en la cara de esa mujer y sonrió de medio lado.
—Muy pronto la voy a sacar de la empresa – dijo reflexivo. Los pensamientos de él estaban en cada una de las curvas de la mujer que lo atraían de manera poderosa, donde solo quería follarla hasta desmayarse. — ¡No! no quiero faltarle a la memoria de mi adorada, Ana. Tengo que reconocer que esa mujer me atrae de una manera extraña que solo me hace desearla de manera sexual y quiero follarla.
Bebió un nuevo trago de licor y luego suspiró.
—Ella me atrae como la abeja al panal— tomó el trago de licor de un solo golpe y se dirigió a su habitación donde cambió sus ropas y se dio a un largo año. Sin embargo, los pensamient