Gabriel bajó del auto enfurruñado debido a que pasó una noche de perros pensando en el atrevimiento de aquella joven. Aún no podía entender cómo Deyanira, una joven justa y calificada había contratado a alguien sin ningún tipo de estudios ni de experiencia para representar a su empresa.
Él después de hablar con su asistente y salir de la cafetería se dirigió rápidamente a recursos humanos y pidió la carpeta de la joven empleada que lo atendió esa mañana y obtuvo toda la información que deseaba.
Lo que le llamó la atención al hombre fue la insignificante suma de dinero por sus servicios. Era ridículo el sueldo del trabajador que estaba realizando un trabajo tan importante, lo que era bastante extraño porque su empresa no hacía ese tipo de arreglos tan injustos con sus subalternos.
— ¿Quién es esta mujer? — se preguntó Gabriel mirando la foto que tenía frente a él. Tenía el cabello recogido en una coleta alta, llevaba gafas de una montura algo gruesa negros y sus mejillas eran bastante