Karen bajó en el ascensor al primer piso llena de preguntas sin responder. Y con un enorme temor en su corazón.
Sus ojos rodearon la elegante sala y ve a la recepcionista pelirroja que al verla la saludó con su mano. La zona está dominada por unos sillones enormes muy abullonados para los visitantes. Su cristalizado piso de mármol le brinda claridad, frescura y elegancia a la estancia del edificio.
El tintinear de sus tacones desgastados se escuchan a medida que da cada paso.
Las lámparas tipo araña que cuelgan del techo iluminan el pálido y redondo rostro de la preocupada chica.
—No puedo perder mi empleo— murmuró mientras empuja las gafas debido a que el sudor las desliza por el puente de su pequeña nariz — esos nuevos medicamentos son muy caros y si pierdo mi empleo no podré comprarlos.
Su cabeza es un mundo enmadejado debido a sus pensamientos derrotistas causados por su preocupación.
En esos momentos, se encontró con Leonardo que terminaba de cruzar las puertas de cristal. Él va