Naomi.
Me desperté por la alarma, ya eran las ocho y revisé mi celular. Tenía un mensaje de Silas pidiéndome que viera por la ventana.
—Loco —bufé.
Aun así, le hice caso. Estiré mis extremidades porque mi cuerpo todavía seguía cansado y entumecido. Caminé a pasos lentos hasta que llegué a la ventana, aparté las cortinas.
Parpadeé con sorpresa.
El muy idiota estaba en el patio, justo en ese lugar al que siempre veía vacío y con falta de color. Me saludó con una sonrisa de dientes asomados, detrás de él había un hermoso jardín lleno de rosas blancas.
Abrí la ventana, dejando que el viento golpeara mi rostro y pudiendo apreciar mejor la vista.
—¡¿Estás loco?! —Le grité, sonriente.
—¡¿Te gusta?! —Su voz se escuchaba lejos.
Negué con la cabeza, divertida. Nunca imaginé que un hombre sería capaz de escuchar mis pequeñeces y hacerlas realidad.
Ese jardín de rosas blancas me recordaba mucho a mi madre, por un segundo sentí que la tenía más cerca que antes. Mis ojos se llenaron de lá