Cuando Usha Gonz, la humilde hija de una mucama, entra a trabajar como secretaria en el bufete de abogados más prestigioso de la ciudad, sabe que está pisando terreno peligroso. Pero nada la prepara para reencontrarse con Alan Elgoft, el heredero del bufete y el hombre al que, cinco años atrás, le dio una poción de amor en un arrebato de desesperación. Lo que Usha no sabe es que la poción era innecesaria: Alan ha estado enamorado de ella desde siempre. Ahora, con la culpa asfixiándola y una suegra dispuesta a todo para separar a su hijo de quien considera una mujer inadecuada, Usha debe enfrentarse a sus propios demonios. Sin embargo, el destino tiene más sorpresas reservadas: un viaje de negocios revela la identidad de su verdadero padre, un millonario que la abandonó siendo niña, y una hermana que no sabía que existía. En un mundo donde el amor, la traición y los secretos familiares se entrelazan, Usha tendrá que decidir si puede perdonarse a sí misma y si está dispuesta a luchar por un amor que desafía todas las expectativas.
Leer másOBRA ORIGINAL TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS LA HISTORIA QUEDA ESTRICTAMENTE SUJETADA POR DERECHOS DE AUTORÍA BAJO EL NOMBRE DE © Laura Machado Garcia
Este libro es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son productos de la imaginación del autor o han sido usados de manera ficticia y no deben ser interpretados como eventos reales. Cualquier parecido con personas, vivas o muertas, eventos actuales, locales u organizaciones es coincidencia. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.
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Este libro está destinado a personas mayores de 18 años, ya que contiene escenas sexualmente explícitas. Todos los personajes en esta obra son mayores de 18 años.
Todos los eventos que tienen lugar en este relato son ficticios, por lo que embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual no ocurren, a menos que formen parte de la historia. En la vida real, tener sexo sin protección puede tener graves consecuencias permanentes; por favor, recuerden esto y siempre usen protección adecuada y hagan pruebas necesarias para asegurar que su pareja o ustedes mismos no sufran los estragos que pueden surgir de una enfermedad venérea o un embarazo no planificado.
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Un hechizo contra el Amor (#1)
INS*TA*GRAM: Dearlaumg
INTRODUCCIÓN
Julio 31, 2017
Para mi pobre corazón, hoy era un día triste, el día donde me iba a tener que ver a mi primer amor Alan, se iba a la universidad, aunque pudiese llegar a escucharme como un tonto disco rayado... me dolía un montón el hecho de ver como el único hijo de los jefes de mi mamá se iba a la universidad.
¿Por qué me dolía tanto?
Tal vez la respuesta era que lo amaba con locura, además de ser mi primer amor, no tenía ojos para más nadie, a pesar de que él y yo habíamos crecido juntos, nunca fui nada especial para él, siempre fui la hija de la mujer de limpieza.
Aunque gracias a ese trabajo, del cual era un orgullo para nosotras, había estudiado y ahora iba a estudiar e intentar continuar con mi vida.
—¿Usha? —escucho la voz de mi madre frente a mí, mientras ella organiza la cama de Alan por última vez—, No sé por qué sigues sufriendo por ese amor no correspondido cariño —susurra mi madre para que solo yo escuche, con dulzura.
—Tú no lo entiendes —tomo una de las almohadas y le quito la funda anterior.
—Claro que te entiendo, yo también tuve tu edad, y sé que no importa la cantidad de veces que te diga y te implore que abandones ese amor, por qué no lo harás, aunque te lo implore o te lo ordene, lo harás cuando te sientas lista; un día te darás cuenta de que necesitas pasar la página, que esa sensación de no poder tener lo que tanto deseas, no es lo que realmente quieres para tu vida y habrá terminado ese sentimiento, pero jamás podrás olvidarlo. Ya sabes, el primer amor nunca se olvida.
—Me duele, mamá —intento que las lágrimas no se salgan de mis ojos, pero me es imposible.
—Lo sé cariño, lo sé. ¿Por qué no vas y caminas un poco y despejas tu mente? Yo ordenaré la casa.
—¿Estás segura? Todavía tenemos trabajo...
—¡Que sí! Vete.
Yo asiento saliendo de la habitación, en este lado de la casa predominaba el color verde menta, figuras de madera y algunos que fueron heredadas por la familia Elgoft, cuando bajo las escaleras me encuentro a Marta, la encargada de la limpieza.
—¡Usha! —grita a penas, me ve—, Ven —hace una seña con sus dedos para que vaya hacia donde ella se encontraba—, Hice galletas, si te gustan a ti, sé que le van a gustar al joven Elgoft, debe ser porque ustedes crecieron juntos, antes ustedes eran como uña y mugre, no sé qué les ha pasado.
Marta es una mujer mayor, con pelo blanco recogido en un elegante moño, estatura baja y encordaba por la edad y su uniforme.
Frunzo los labios sin saber que decir, porque ni siquiera yo sabía esa respuesta mientras continúo caminando hacia la mesa donde hay un plato para meter al horno y encima de este están las galletitas de chocolate con trocitos de oreo, tomo una sintiendo como todavía están algo calientes para después darle un leve mordisco.
—¡Qué delicia! —admito sintiendo como mis papilas gustativas disfrutan de esto—, Te quedaron deliciosas.
—Llévate algunas... ¿Para dónde ibas? Parecías desanimada.
—Voy a salir a caminar un rato antes de tomar mis maletas e irme a donde mi tía, ya sabes para lo de estudiar para ser asistente ejecutiva —Le digo mostrándole una sonrisa.
—Está bien.
Tomo un par de galletas entre mis manos y salgo de la casa.
El clima era cálido y un poco frío, al mismo tiempo, avisando la llegada del otoño, empecé a caminar en dirección al parque.
—¡Tss! ¡Niña! — escuché como alguien decía detrás de mí—, Te hablo a ti rubia.
En ese momento me doy la vuelta y me encuentro a una mujer que se encontraba en sentada en el suelo y frente a ella había una mesa y unas cartas.
—¿No te gustaría que te leyese las cartas? —me pregunta la señora revolviendo las cartas en sus manos.
—No, muchas gracias.
—¡No te cobraré mucho! Pasa.
Yo acepto frunciendo el ceño sentándome frente a ella, aquella mujer vestida de negro me ofrece la baraja.
—Pon tu mano derecha sobre ella.
Yo lo hago.
Cuando alejo la mano de las cartas, ella las empieza a barajar y mover para después ponerla sobre la mesa.
—Selecciona tres de estas cartas, concéntrate muy bien.
—Está bien... —hago una pequeña pausa—, Esta, esta y esta.
—Perfecto... primero —ella voltea una de las cartas que se encontraban bocabajo—, Oro, esta carta está relacionada con temas económicos como pueden ser gastos, deudas, herencias, inversiones... Vas a recibir bastante dinero o tendrás. Ahora vamos con esta —voltea otra carta—, Vas a tener un nuevo amor, ese que tanto esperabas... pero no todo va a ser color de rosas; la última dice que debes tener cuidado con las decisiones que tomes.
—Vaya...
—Sé que tienes a una persona de la cual estás perdidamente enamorada, ¿no te gustaría adelantar el proceso?
—Creo que no.
—Tengo esta posición para despertar el amor, solo necesitas echarle un par de gota y ¡guala! Verás la magia.
Frunzo el ceño tomando la extraña sustancia.
Cuando regreso a casa, me siento como una estúpida por haberme dejado convencer por aquella señora, cuando entro a la casa me encuentro con el ajetreo de la despedida de Alan, el primogénito de los Elgoft: Carolina de Elgoft y Enrique Elgoft, el cual tiene un bufete de abogados.
—¡Pequeña que bueno que regresas! —me saluda mi madre cuando cierro la puerta, ella tiene una bandeja en las manos—, ¿Le podrías llevar el café que está en la cocina a Alan por favor?
—Claro que sí.
En ese momento me encamino a paso apresurado a la cocina, el café se encontraba en una bandeja, justo en el momento en el que estoy a punto de tomarlo recuerdo aquella poción que me había dado aquella mujer.
En ese momento la detallo, es una botellita de vidrio en forma de corazón y el líquido tiene una mezcla entre café y rojiza, en ese momento abro la botellita y la posicionó en el vaso.
«¿Qué estoy haciendo? ¿Estoy tan desesperada?»
Cuando estoy a punto de alejar aquellíquido,o una voz detrás de mí hace que me asuste y sin querer eche todo el líquido en el café.
M****a.
—Usha, ¿por qué no le has llevado el café a señorito Alan?
—Mamá... creo que hay que cambiar el café.
—Pues no hay tiempo, quiere el café ahora mismo, así que llevárselo.
—Pero mamá...
—Ahora.
En ese momento bajo la mirada y tomo la bandeja entre mis manos y me encamino hacia el comedor, me pongo al lado de Alan y dejo el café.
—Que lo disfrute.
—Gracias.
Su colonia cara a la que siempre huele me embriaga, su cabello chocolate el cual se encontraba algo largo, barba, cejas pobladas, labios delgados, sus ojos verdes y su cuerpo atlético. Aún recuerdo aquellas veces que me tocaba estar con él en el gimnasio de la mansión sosteniendo su toalla para el sudor o le pasara la botella de agua.
En ese momento me desconcentro admirando su belleza, que solo salgo de mis pensamientos cuando acerca sus labios al café y le da un sorbo.
Él hace una mueca.
—¿Pasa algo joven Elgoft?
—No nada, por un momento me sentí mareado.
—¿Gusta que le cambie el café?
—¿Te sientes mejor bebé? —le pregunta su madre preocupada.
M****a.
M****a.
Mi-er-da.
—Ya me siento mejor mamá, Usha ya te puedes retirar.
Yo asiento para después salir corriendo de aquel lugar... ¡Que hice! ¡Debo ser una tonta!
Pero es aquí como para mi felicidad aquella baratija de aquella señora no dio resultada alguno y Alan no dijo ni actuó de forma extraña. Debí parecer una tonta por esperar alguna solución mágica.
Y fue así como al día siguiente Alan y yo nos separamos.
Él se iba a Francia a continuar con sus estudios como abogado y yo iba un instituto profesional de secretariado donde hacían énfasis para trabajar con personajes importante, como actuar, vestir y hablar...
Creo que ha llegado el momento de renunciar a este amor.
Camino a la puerta y la abro, encontrándome a Alan más guapo que nunca, me sorprende el hecho de que parezca aún más guapo de lo normal. Aunque intentaba negarlo, Alan lograba acelerar mi corazón, a pesar de todos los años en los que estuvimos alejados.—Usha, ¡guau! De verdad que te ves hermosa.—Gracias tú también, bueno, guapo —suelto una risita nerviosa—. ¿Estás seguro que debería ir a la cena? Es una reunión de tu familia.—¿De qué hablas? Tú eres prácticamente de la familia, crecimos juntos… además de eso, planeo hacerte de la familia oficialmente cuando aceptes ser mía.Me sonrojo.Ser de Alan… y él ser mío.Siento como mis mejillas arden, sentía esa extraña sensación de tirarme a los brazos de Alan, olvidarnos de la estúpida reunión y de todos nuestros problemas y ser suya de una vez por todas.—Si tú lo dices… —Me muerdo los labios intentando frenar la sonrisa que lucha por salir por mis labios, estaba fallando en eso de mostrarme indiferente ante sus palabras.—Ya lo verás… —
Me limito a suspirar, me dirijo a mi maleta, escojo una blusa, jean y ropa interior para dirigirme al baño, necesitaba relajarme bajo el agua caliente. Cierro los ojos y me concentro en mi respiración, en intentar que mi cuerpo dejase de sentir esa sensación de entumecimiento, dejando ir mi ansiedad y mi estrés.Cuando salgo del baño ya vestida, Alan sigue allí, la mesa está servida por lo que supongo fueron los del hotel, me obligo a sentarme y comer de la ensalada de salmón, tostadas con mermelada y café que había pedido Alan.—Hoy es nuestro día de descanso, intenta descansar y salir del hotel, despeja tu mente, mañana tenemos que ir a casa de mis abuelos, ¿recuerdas?—Claro —Alzo las cejas—. Soy tu secretaria, ¿recuerdas? Gracias a mí tu vida tiene un orden, Mr. Desordenado.—¡Oye! Ya no soy el mismo de antes.—No me parece, a decir verdad.—Pero en algo tienes razón, gracias a ti mi vida tiene un orden y volvió a tener sentido.Sus palabras me sorprenden hasta logra que me sonroje
Tengo que admitir que lo mejor del lugar sin duda es el Gin-tonic, sé que después del plato que sirvieron al regresar al hotel me tocaría pedir una hamburguesa para poder llenarme completamente.—¿Cómo te sientes? —pregunta Alan limpiándose las comisuras de los labios con una servilleta de tela.—Muy bien, señor. La señorita Meier es muy bonita —Le doy un largo sorbo a mi bebida.—Sí, pero no como tú, ese vestido me encanta, te sienta muy bien.—Gracias, señor.—¡Alan! Cuanto tiempo sin verte —Un hombre alto, algo canoso. Tiene un semblante maduro, con rasgos bien definidos y una barba perfectamente recortada que añade un toque de distinción a su rostro. Su cabello, corto y peinado hacia un lado, es de color gris plateado, lo que le da un aire de experiencia y sabiduría.Lleva puesto un traje de color azul marino que se ajusta perfectamente a su figura, destacando por su corte impecable. La chaqueta del traje tiene un bolsillo en el pecho con un pañuelo blanco cuidadosamente doblado, a
Sigo la lista que había hecho en mi celular sobre lo que iba a llevar, la repaso una y otra vez como si se tratase de un examen, el tema del peso de la maleta siempre era un tema que odiaba.—Espero que esto no supere los 23 kg de la maleta —digo para mí misma, hasta que me siento satisfecha con el resultado.Minutos después finalmente estamos de camino al aeropuerto junto a Alan.—El itinerario para este viaje, señor Elgoft es: Asistir a la reunión, asistir a la gala de bienvenida de la empresa que convoco la reunión, sus padres, lo convocan a la casa de sus abuelos, piden por favor que saque tiempo para ellos.—Sí, está bien, organiza eso en mi agenda, si no choca con algo importante.—Si señor.Organizo su horario en la tableta de la empresa, continúo haciendo algunos arreglos para la semana en la que regresábamos a la empresa y las cosas que podíamos trabajar a distancia. La llegada al aeropuerto me deja con la boca abierta, era la primera vez que no entraba por la típica entrada d
—No sabes lo que siento por ti, Usha, lo que me haces sentir en todos los sentidos —Me sonrojo—. Te deseo como no tienes ni idea, desde que llegue te imagino allí —Señala su escritorio con su barbilla—, postrada sobre mi escritorio, con tus bragas en tu boca para que el bufete no escuchase tus gemidos que son solo míos.Lo miro atónita.—No quiero ser tu jefe simplemente, o aquel chico que hizo parte de tu infancia, quiero que estemos juntos, que me conozcas y yo haga lo mismo contigo, no puedo actuar con indiferencia, me podría volver loco.—No lo entiendo…, ¿por qué ahora?—Por qué nunca es tarde para decirte lo mucho que me encantas.Frunzo los labios sin saber qué decir, tal pareciera que por un momento olvide como era que formaba las palabras en mi boca, todo estaba siendo algo extraño.—Todavía no puedo darte una respuesta, lo siento…—Está bien —Alan alza sus manos en señal de rendición—. Pero al menos podrías decirme si tengo una oportunidad.—No lo sé, de hecho, estoy sorprend
Alan me hacía sentir sexi en este momento, a pesar de vestir un tonto pijama, decido dejar de pensar en esto y dormir tan siquiera 5 minutos antes de tener que ir al trabajo, ahora todo estaba empezando a ser tan raro. Estaba en la casa de mi jefe.Me limité a sentarme en su sofá, organicé una almohada y me acosté allí.—¿Qué estás haciendo?—Dormir.—Duerme conmigo, en mi cama.—¿Qué? ¿Estás loco? ¿Por qué dormiría contigo teniendo una cama en perfecto estado donde podría estar durmiendo ahora mismo? Si tanto problema te da que viva allí, entonces me mudaré, pero no quiero que creas que tienes voz y voto en mi vida, señor Elgoft.Mi alarma me despierta, y agradezco que al momento que tocaron mi puerta lo hubiese guardado en mi túnica de dormir.Creo que la mejor forma de asumir mi situación actual era, ignorándola un poco, después de haber tenido que pedir ropa, bragas y cosas para mí.—Buenos días, señor Elgoft. —Exclamo mientras entro a su habitación y él se encontraba visitándose.
Último capítulo